lunes, 12 de marzo de 2012



Modernidad y posmodernidad
(Adolfo Sánchez Vásquez)

  
El Nacimiento y consolidación de la estética es inseparable del proceso de formación y afianzamiento de la modernidad. La estética se funda cuando el arte como actividad práctica humana y la belleza como valor se distinguen de otras actividades y de otros valores.

La modernidad separa lo que tradicionalmente ha estado unido. Lo que estéticamente se integraba en la comunidad o se supeditaba a los valores dominantes en ella, es separado del todo en que tuvo su origen y adquiere un valor propio. El arte pasa de ser un medio para convertirse en un fin.

Componentes básicos de la modernidad:
1)    Diferenciación o autonomía
2)    Dinamismo y cambio
3)    Racionalismo
4)    Progresismo
5)    Universalismo
6)    Proyecto de emancipación

En nuestros días, se plantee el tan traído y llevado problema del fin de la modernidad: de la estética, la cual tiene el objetivo fundamental de hacer un mundo más humano, integrar el arte en la vida, rendir culto a lo nuevo e inesperado, universalizar lo estético y escapar del museo y el mercado.
América Latina, vive en las condiciones pre modernas de atraso y dependencia que, desde el llamado Descubrimiento, Occidente le impuso. Ser moderno estéticamente en países que aún no han pasado por la modernidad no significa prescindir o ser un calco de ella, sino hacerla suya, como la han hecho sus grandes creadores -Borges, Neruda, Paz-, sin descartar el arte que se alimenta, a la vez -como el de García Márquez, Tamayo o Lam, o el colectivo de esa obra prodigiosa que es el Espacio escultórico (Ciudad Universitaria de México, D.F.), de sus raíces autóctonas más profundas.
Ser posmoderno, es una nueva forma de ser moderno con la recuperación de elementos estilísticos del pasado, sin renunciar a la fe moderna en la tecnología y a la exaltación del mercado, lo que tenemos es una alternativa no a la modernidad, sino a una forma histórica de ella: la radical de la vanguardia.
Ser hoy verdaderamente moderno es serlo en su radicalidad, mas allá del punto en que se han detenido las vanguardias. Pero rebasar ese punto significaría, en verdad, ser propiamente posmoderno

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